El estrés lo tenía increíblemente mal, y eso hacía que la gente no se fijara en él. Pese a ello, nosotros sabíamos que era muy bueno y tranquilo, un perro muy noble que no lograba encontrar la calma en el refugio. Vinieron a conocerlo y solo faltaba que su futura hermana lo aprobara, se conocieron y todo fue bien. Hoy Orslok, ahora Buddy, puede ser feliz.